lunes

Lecturas de verano





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Noticias sobre Evo en la Madre Patria, las capas de la cebolla, mi Colón portátil y una disquisición sobre la orina.

Cabeza colonizada I





El metro nos dejó en la plaza de Cataluña por unos euros que me había costado pensar si eran muchos o pocos. En el medio de las palomas y las gaviotas  la inmensidad de una arquitectura medieval nos sacudió  sin pedir permiso. La Rambla, el Barrio Gótico, La Boqueria y el primer mundo se nos presentaba con una historia preservada y Buenos Aires en ese aspecto parecía una ciudad que no quiso nunca saber quién fue. Vamos al puerto y Colón me señala con sus dedos, desde arriba; omnipresente, familiar, enquistado en alguna parte de mi sin que lo haya percibido siquiera. Siempre estuvo allí y a mí me parecía que lo había traído conmigo.

Habíamos parado en Collblanc un pueblito trabajador con edificios bajos y calles cosmopolitas. Vimos una feria en la plaza de los pajaritos(en jaulas)pasados de época para nosotros. Mucho lugar para comer y muchos bares en donde el catalán se mezclaba con los tonos centroamericanos, africanos y árabes.

Nos metimos en un bar pequeño donde los parroquianos no paraban de hablar a los gritos junto a una barra. Comían unas picadas coloridas y variadas a las que les dicen tapas, se reían sin preocuparse por las formas mientras un televisor mostraba una carrera de autos de F1.

Mi cabeza de turista del Tercer Mundo colonizado admiraba ese pequeño bar un poco desprolijo y con sus clientes gritando. Por unos segundos me pareció ver algo del origen allí y el vidrio de la ventana que reflejó mi rostro dio cuenta de que algo se estaba distorsionado en la mirada.

Conversamos sobre el tema con mi compañera y volvemos a hacer una segunda mirada al lugar para descubrir que no tenía demasiadas cosas distintas a muchos bares del Gran Bs As. Coincidíamos en que, tal vez, para muchos de los admiradores de lo pintoresco de Europa los bares de José León Suarez o Virreyes les resultaban casi despreciables. Y ni que hablar de sus clientes en su mayoría gente marginal (negros de mierda) maleducados que no saben hablar y gritan haciendo quilombo porque lo único que saben es usar la violencia para todo. ¡Por supuesto que nada que ver con esos catalanes divinos que gritaban porque su cultura los ha hecho así al igual que los gallegos y los italianos!!! (que tanta admiración provoca en ellos).

Lo cierto era que el lugar era hermoso, la comida fue rica y sus dueños muy amables. Parte de una  dinámica que la confirmaríamos los días siguientes: todo el mundo en la calle, algo del disfrute del espacio público y la vida en los bares como estilo muy marcado que creo que se fue perdiendo por lo menos en Buenos Aires.

Pero lo que estoy tratando de decir es que la relación con lo nuestro en términos de identidad y asimilación de discursos dominantes no tiene asidero más que en nuestras cabezas, me parece.

Algo de Colón comenzaba a encontrar en mí ese día: lo nuestro es una porquería pero cuando es de lo que llamamos primer mundo es bárbaro.

Venían días cortos donde las visitas turísticas se mezclaban con caminatas por los barrios. Probar tapas, paella, mariscos y algunos picantes. El Museo de Ciencias naturales y del Chocolate, el Parque Guell. La panza llena y la curiosidad del visitante en nuestras caras.

Al mediodía cuando estábamos en el departamento escuchaba el amanecer de las radios argentinas casi con desesperación. Cuando partimos de Buenos Aires Evo ya había renunciado y las matanzas las vimos por la pantalla de un celular. Muertos todos los días en caserías humanas que parecían de otros tiempos. Me pregunte si para el mundo esas muertes eran razón suficiente para hacer campañas mundiales a favor del pueblo boliviano o si EEUU estaba preparando una invasión a Bolivia para restaurar la democracia perdida.

Un joven baleado en el pecho en una manifestación, gases lacrimógenos, golpes a una mujer con pollera, periodistas agredidos, odio y más odio. Multitudes bajando de los cerros como fuerzas ancestrales que toman la voz de los que habían comenzado a salir recién de la época colonial. Cuerpos y rostros aborígenes en la pantalla de televisión más acostumbrada a filmar manifestaciones por la inseguridad y la corrupción. Se hacían análisis políticos de todo tipo y muchos del palo hablaban en tono de revolución con esas anteojeras progres que nunca terminaron de entender la realidad de los pueblos andinos.

Por mi parte, algo de lo ancestral y de lo inexplicable se iba moviendo adentro mío mientras recorría el lugar desde donde partieron nuestros primeros colonizadores. Estaba más que claro que no venía a recuperar el oro extraído sino a consumir turismo y dejarles algunos euros. En La Barceloneta dos personas mayores eran transportados en unos carritos a pedales que atravesaban una especie de corredor lleno de restaurantes internacionales, una persona que mendigaba se inclinaba con los brazos extendidos como venerando algún dios, mis hijos comenzaban a quejarse por la caminata mientras un argentino nos invitaba a probar el auténtico asado de las pampas. La playa, las esculturas de arena y un mar Mediterráneo bello que paso de ser un símbolo a ser la tumba de muchos inmigrantes.

Recorremos algunas callecitas internas hasta volver al metro como quien camina adentro de una postal. Entonces recordé a varios amigos, caminantes del mundo y admiradores de los países desarrollados, que señalaban el olor a orín que existe en las calles de Bolivia. No recuerdo o me traiciona la memoria algún comentario sobre el olor de algunas calles de Barcelona donde no hay metáfora posible para el olor a meo nauseabundo. Cosas del efecto Colón en la cabeza supuse o quizás sea cierto ya que en mi caso no conozco el país andino como para comparar las diferentes orinas.

Me acordé de algunas docentes de la Provincia de Buenos Aires que son tan sensibles al olor a orina de los pobres... pero debe ser otra cosa (o mis propios prejuicios que me afloran). Me vino a la mente algún intelectual de izquierda meando afuera del tarro señalando el machismo de Evo. Pero no ya es demasiada mezcla de ideas. Debo estar cansado de caminar en estas tierras extrañas.


Cabeza colonizada II



En el artículo “Orgullo boliviano La contracara de un insulto” publicado el 19 de Noviembre de 2019 en Pagina 12, Pablo Marchetti  plateaba que la palabra boliviano (1), como un insulto, no solo habla del que la emite sino del que lo recepciona y lo asume como tal. En este sentido resulta difícil nombrar lo que esta tan naturalizado que no se ve. Esta tan a la vista que no se ve. Tal vez una tarea sea ir corriendo las cosas de lugar hasta que se vean. Por ejemplo si uno escribiera una obviedad: a nadie se le ocurriría decirle a modo de insulto a otra persona ¡Finlandes! ¡Finlandes de mierda! (excepto que alguno odie por alguna razón a los finlandeses). Pero alguien se imagina a una hinchada de futbol cantar …¡ son de Finlandia y de Paraguay!!!.

Ridículo razonamiento al ser planteado de esta manera pero tal vez si ejercitáramos ciertas obviedades podríamos desentramar un sentido común enquistado en cierta conceptualización que se recuesta solo en la idea del discriminador y el discriminado. Cuando ponemos en contexto este vínculo y las razones de ambos podemos ver los sistemas de dominación hechos palabras, hechos discursos. Somos reproductores de esa dominación a través de sus variantes. Llámese colonización, patriarcado, Capitalismo (y sus versiones). Porque el planteo desde de los vínculos individuales saca del contexto y oculta la responsabilidad de cada uno de nosotros en reproducir el sistema de dominación.

Porque podríamos ampliar la palabra boliviano sumarle otras como indio, negro, villero y la cosa se empieza a ampliar. Más todavía si pensamos en la reproducción del sistema a través de la valorización que hacemos de las cosas, hábitos de consumo, utilización del lenguaje y la lista se hace interminable. Llevado a este plano las historias individuales dejan de ser personales para ser sociales y parte de la historia de los pueblos.

Cuando era adolescente, con todo lo que eso implica, alguien me puso el apodo de Atahualpa por mi cara aindiada. Cosas de pibes supongo pero para mí fue la angustia der ser lo que no quería ser. Tener cara de indio era un defecto y tal vez lo siga siendo a pesar que esos temas circulan de otra manera. El tiempo me fue posicionando de otra manera frente a estas cosas; pero lo que estoy tratando de decir es que no es mi  historia personal ni la historia de los otros en términos morales individuales en donde ver las debilidades o falencias en la personalidad. Sino que se trata de la historia de nuestras sociedades reproduciendo la dominación en diferentes grados.

No es la historia del pobre discriminado pero tampoco del malo discriminador. Sino la estructura del amo y el esclavo que trasciende los tiempos. Porque para que alguien discrimine a través de la palabra también suele haber alguien que asume el contenido de esa discriminación dándole la entidad que el discriminador persigue. Terreno incomodo porque parecería que no poner el acento en el discriminador es justificarlo responsabilizando al discriminado. Tal vez no se trate de responsabilidades ni de justificaciones porque es más que justo defender al discriminado. Porque existe en general una asimetría, un dominio del que discrimina sobre el discriminado tanto por detentar el discurso del dominador  o por representarlo. Se domina desde allí. La complejidad es cuando se asume este discurso como cierto independiente del lugar que se asuma. Para ser más claro si alguien se siente ofendido porque le dicen indio o boliviano está tomando el discurso del dominador de manera similar que el discriminador. Pensar esto de manera binaria nos esquematiza no pudiendo asumir que si ha habido dominación desde el principio de las civilizaciones es porque su cultura se ha reproducido por los propios integrantes de esas sociedades: es decir nosotros mismos.

Porque ser indígena o tener características indígenas en esta parte del mundo es pertenecer a la cultura dominada por la supremacía blanca que impuso su lógica. Es ser parte de los perdedores Tan así es que la normalización de esta situación nos atraviesa de tal forma que queda invisibilizada por otras formas de dominación tan injustas como esta o por estar contenidas en una dominación más general y abarcativa. La económica es una de las principales pero atraviesan también el patriarcado y del propio Capitalismo que las contiene. No es una en desmedro de otra; todas confluyen según las sociedades de manera directa o indirecta pero trascienden incluso la idea de dominación capitalista porque son previas; son ancestrales y vienen desde los comienzos de la colonización. Es el dominio del hombre por el hombre como ese lobo permanente.

Es Chiapas, es la Patagonia mapuche, son los Wichis y todos nuestros pueblos originarios que resisten. Pero por supuesto es Bolivia.

Esa supremacía racial y colonial de nuestros pensamientos recorre siglos. Ni todas la teorías, más progresistas a mi entender han logrado entender del todo esa realidad. Por supuesto que el Capitalismo vino a profundizar esa dominación pero lo excede, lo atraviesa y lo desborda. Porque la dominación de nuestros pueblos queda apenas interpelada por la lectura más completa que hagamos del Manifiesto Comunista.

Porque el pensamiento latinoamericano a veces parece como una primera capa de cebolla que devela la explotación en clave de lucha de clases. Pero hay algo más profundo todavía que la explotación capitalista: la dominación y explotación colonial de una raza que se impuso a sangre y fuego sobre la otra. La que considero animales sin alma a los habitantes de estas tierras; esa “madre patria” de la que gran parte de la sociedad desea descender porque elige de una manera u otra ser hijos de los colonizadores y no de los colonizados. Independientemente de  la genética y de las corrientes migratorias concretas el deseo esta puesto en ser de alguna manera al menos un poco europeo. Anglosajones solo por deseo que miran el clima en Miami por TN como si fuera un barrio más. Ellos sobre todo quieren confirmar y confirmarse “no ser indígena”. Ni en línea directa, ni por parentesco lejano aunque el espejo les devuelva otra cosa. Y tanto atraviesa esa colonización, tan transversal es que perfora los posicionamientos ideológicos de cada uno instalándose en el sentido común mucho más de lo que uno desearía.

Porque “el no ser” es una virtud que cree tener el colonizado ya que lo hace pertenecer a una estirpe que vino de otro lado, que mira desde la costa del río esperando que algún día lo vengan a buscar y lo devuelvan a su verdadero origen: porque ha nacido en el lugar equivocado. Exiliado en un lugar que siempre será ajeno, extranjero en esta tierra de barbaros y salvajes devenidos en cabecitas negras, negros del conurbano descendientes de aquellos indios perdedores de la historia. Tan perdedores que una gran parte de forma parcial o absoluta toman el discurso del dominador y lo hacen propio. Descendientes de aborígenes por alguna rama familiar que se conforman con no ser tan aborígenes, tan peruanos, tan bolivianos. Coyas occidentalizados despreciando a otros coyas que se asumen como tales. Rubios de la Mesopotamia alegres porque algunos colonos europeos les aclararon la piel a sus rostros guaraníes.

Un sector del progresismo de izquierda muchas veces tiene un ojo tapado y cree que la historia empezó con las revoluciones burguesas. Que mira azorado el reverdecer racista con su barba rubia y su morral comprado en Palermo Soho. O cree que Evo tendría que haberse quedado a resistir hasta la muerte cuando se desato la masacre y otra vez la humillación hacia el pueblo boliviano. Militantes de zona norte que, por suerte, la mayor humillación que sufrieron fue haberse tenido que bajar del bondi porque no tenían más crédito en la SUBE, teorizan sobre el asunto sin dimensionar lo que en realidad sucede.

Cierta intelectualidad bien pensante que pone el foco en la dominación patriarcal y señala a Evo de machista sin poder ver el que ciertas sociedades como la boliviana no han podido atravesar todavía demandas de la época de los esclavos

La colonización de las mentes no es exclusiva  de la derecha, no es solo de los otros, es también nuestra porque si los sistemas de dominación han sobrevivido y se han desarrollado en sus diversas formas es porque nosotros tuvimos una participación necesaria nos guste o no. Lo que tal vez distingue a esta fase es que los mecanismos de reproducción se han desplazado hacia el individuo, no basta con salir del sistema productivo para reproducir sus lógicas. También los excluidos, los marginados y los que queremos estar por fuera de ciertas lógicas somos reproductores. Porque el sistema no es una entelequia, somos los que estamos adentro del mismo,  está adentro nuestro, siempre lo estuvo, y hoy queda más expuesto. Lucha de intereses dijo Alberto, pero también lucha de clases, dominación racial y disputa por el dominio del deseo en un sistema que de manera brutal y de manera parcial nos conecta con nuestras miserias más profundas. Tiramos por comodidad en la bolsa de nuestro folclore esa faceta racista para sentirnos un poco mejor: ¡no es para tanto!.... Pero lo cierto es que vivimos en una sociedad en la cual ser boliviano (1) es un insulto y la hilacha se nos ve enseguida en cada chiste sobre peruanos, bolivianos (y otras etnias) que hacemos, que escuchamos y nos reírnos igual sin decir nada. También somos capaces de disfrazar esa discriminación como nacionalismo que finge discriminar por su nacionalidad y no por su etnia. No se quiere ser indios eso es lo que le pasa a una gran parte de la sociedad. Les pasa, nos pasa y el límite se hace difuso casi siempre.

Relativistas de buena onda que creen que la historia de los “bolitas” es la historia de gente resentida a los que le han pasaron cosas pero y con un poco de terapia se le podría pasar. Quizás son los mismos que le compran limones a las bolivianas en la estación solo por lastima o porque los limones son tan buenos ya que esta gente nació para esto. Es la mirada del dominador rediciendo al dominado en mínima expresión, no es una persona, ni siquiera un comerciante: es un “bolita”, algo pequeño, casi insignificante. 




Es un tema que incomoda. Por supuesto. Pero entiendo que no es términos morales que el tema cobrará importancia ya que ninguno estaría exento. El progresismo ha tomado nota de esto y lo ha incorporado electoralmente en las últimas elecciones más que nunca. ¿Cuántos morochos representantes de las barriadas fueron candidatos? Y si hubieran estado…¿cuántos votos habrían obtenido?. Fue sin duda una campaña electoral sin negros porque con los negros no ganaban. Estrategias electorales al margen (yo era el primero en postular que se gana a como de lugar). Con solo mirar la foto de Axel y Magario uno podría darse cuenta que no solo ganaron porque son dos cuadros políticos con mucha capacidad; sino también ganaron por lo que la cultura occidental considera lindos y por ser blancos. El tema nos atraviesa como sociedad por donde lo miremos.

Mientras tanto Bolivia sin los medios de comunicación presentes retoma una nueva senda de la negación para los que no la vivimos. Lo que no se ve no existe. Para que los consumidores de noticias por televisión o de vídeos viralizados dejemos de angustiarnos mientras la dominación ancestral  reacomoda sus causes para que la patria plurinacional sea solo nostalgia.

En estos parajes la cosa es distinta, y no tanto, porque deconstruirse es una palabra políticamente correcta en estos tiempos y depende de nosotros darle profundidad. Pero se me ocurre que son varios los planos en los cuales habrá que iniciar estos procesos para remover estructuras que van más allá de hablar en lenguaje inclusivo. Porque la dominación también se manifiesta cuando no podemos vernos a nosotros mismos o estamos convencidos que lo mejor que nos pudo pasar es andar por la vida solo con el consuelo de no ser ellos.




(1) Boliviano: Los bolivianos son pobres. Siempre lo han sido. No hay bolivianos de clase media, porque la clase media es siempre blanca. Algo parecido pasa en mi país en donde tampoco los pobres pudieron o no quisieron dejar de ser pobres. Además los pobres no solo son pobres sino también son negros, morochos y oscuros. Como los bolivianos que en su mayoría son pobres, aborígenes y sumisos. Por supuesto que también hay algunos que son ricos pero son los que se han cruzado con los inmigrantes europeos y que han sabido sacrificarse ahorrando y administrando su dinero. Tal vez con una mirada más moderna y más alejada de la vida arcaica de los aborígenes del campo.
En nuestro país, que siempre recibe con mucho afecto a los extranjeros, hay otros aborígenes bolivianos.  Por ejemplo las bolivianas que venden limones en la vereda de la estación o venden plantas y flores en unos carritos pintorescos que empujan por las calles de los barrios del Gran Buenos Aires.  Otros en cambio se han armado algún puesto en lo que nosotros llamamos Bolishopping; donde venden ropa barata, en su mayoría imitación de las primeras marcas,  que son una buena alternativa para vestirnos de manera decente. Por supuesto están también los quinteros que cosechan la mayoría de las verduras que consumimos. Alguno de estos, sin embargo, no ha podido escapar a la avaricia capitalista y trabajan las 24 con sus hijos con tal de tener una 4 x 4. En la misma situación están los de otros oficios que trabajan muchas horas por poco dinero robando el trabajo a los argentinos de bien que no se regalan.
Pero en general son gente buena. Nosotros no los llamamos aborígenes o indios. Quizás alguno cuando se enoja o pierde la compostura puede que los llame indios. Pero para nosotros son “bolitas”, un apodo simpático y cariñoso propio de nuestra idiosincrasia.  Yo no tengo nada en contra de ellos, pero debo reconocer que muchas de sus costumbres me generan un poco de rechazo. Son poco higiénicos, llevan a sus hijos colgados de una bolsa en sus espaldas, mastican coca mientras hablan (sin las s), orinan en la calle y comen comidas con picante por lo que calculo que todos deben tener mal aliento. Aunque a decir verdad no es algo exclusivo de los bolivianos ya que en el norte de nuestro país Salta y Jujuy son bastante parecidos por su proximidad, supongo. Pero las autoridades de nuestro país, que se maneja de otra manera, calculo que limpian un poco más las ciudades.

Del Diccionario del Colonizado argentino – Editorial Gente de Bien – Edición 2019.




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