Ingenuo sería de mi parte
creer que mi tía Yolanda, votante macrista decepcionada haya votado a los
Fernández porque cambió su manera de ver la vida. Su militancia conocida en el
barrio en contra de los negros a quien ella divide entre los negros de piel y
los negros de mierda, data de hace tiempo. Pulsión que morigera un poco cada
vez que concurre a la misa del padre Jorge y cuando reenvía las cadenas de
oraciones a la virgen del grupo de Rotary Club de Gral Pacheco. Su piel morena
no le impide tener semejanzas insólitas para cualquier análisis sociológico con
los viejos agentes de la SS alemana. Y en una versión más vernácula cree que los
desocupados son todos vagos, los extranjeros de los países limítrofes ladrones
de trabajo, que lo que falta es policías en la calle, que la política es sucia,
que este es un país de mierda que no tiene arreglo y otras viñetas por el
estilo. Decir a esta altura de la vida y de las circunstancias del país que uno
no elige los parientes es un lugar común así que solo me limitaré a invitarlos
a imaginar las razones por las cuales mis visitas a su casa son cada vez más
esporádicas.
La tía Yolanda había visto
en Maurico Macri la llegada de la civilización ante la barbarie K, se
decepcionó y no dijo nada, se avergonzó y no dijo nada; y luego más por inercia
que convicción se dejó llevar por la nueva ola votando a los Fernández.
Como muestra basta un botón
para describir a esta sociedad “fluctuante” según califican Vicente y Hugo Muleiro
(La clase un cuarto. Edit Planeta.2019); que va de un lado a otro, girando
sobre sí mismo como un perro queriéndose
morder la cola, como en una neurosis interminable y trágica, como un destino
circular en donde las etapas empiezan, terminan y vuelven a empezar todo el
tiempo sin remedio; en donde la memoria colectiva queda anulada sin surgir
efecto.
Y sorpresivamente como
suelen ser los fenómenos históricos que nos dejan sin palabras: hoy a mi tía
Yolanda la tenemos de nuestro lado como a muchos de su especie. Ese ejército en
crecimiento constante de avergonzados por haberlo votado a Macri y a la vez
avergonzados por la sola posibilidad de votarla a Cristina; vio resuelto su
dilema, con el corrimiento de esta última,
ya que iba de nuevo camino a votar a Macri con los bolsillos vacíos y con una
alegría ajena.
Jugada maestra de una líder
en eje que cuando no lo estuvo sufrimos en demasía a un modelo peronista de
construcción de poder político demasiado unipersonal. Sea como sea a mí
entender fue el inicio del camino a la victoria en las urnas, el salvavidas en
medio del río macrista, un gol del Diego en un partido casi perdido.
Habrá que capitalizar la
experiencia y saber que más allá de los análisis que nos gusta escuchar a todos
del pueblo que se dio cuenta y entró en razones; lo cierto es que una parte
importante de la sociedad tiene una postura sumamente volátil y así como
encontró razones por las cuales votar al tío Alberto; ya sea por su tono
conciliador, por no parecer tan
kirchnerista (o por lo que sea), podría encontrar razones muy fácilmente
para dejar de apoyarlo.
Francois Dubet, (¿Por qué preferimos
la desigualdad?. Aunque digamos lo contrario. Editorial Siglo XXI) planteaba la
necesidad de las nuevas sociedades de votar en contra.
¿Cuánto a favor de Alberto
fue el voto de las PASO en relación al porcentaje de personas que lo hicieron
votando en contra de Macri?
¿Cuánto de esa incomodidad
que genera apoyar a un oficialismo (sea cual sea)se puso de manifiesto a la
hora de emigrar el voto hacía la oposición?
Por razones cuyo análisis exceden
la intención de estos párrafos cierto sectores, progresismo incluido, concibe a
un tipo de ciudadano “critico” que siempre está en contra de lo que entiende
por “poder”, de la política, del capitalismo y sobre todo de los oficialismos que
en muchos casos ha sufrido al Kirchnerismo por verse obligado en el mejor de
los casos a apoyar algunas políticas públicas o medidas de la gestión anterior
ya que habían sido reclamos propios. Estar a favor, aunque sea parcialmente,
para esos sectores ha sido un problema. Esto sin mencionar a los derivados del
mismo razonamiento que buscan no ser captados ni manejados por nadie con la
ilusión de un ciudadano “independiente, equilibrado, sin excesos, ni fanatismo,
totalmente puro” (sin ensuciarse con la política) como un voto en blanco o tan
libre de pecado como cualquier santo de la liturgia cristiana.
¿Cómo se reacomodarán estos
sectores cuando la propuesta que han votado sea oficialismo? Porque, para
algunos, ser oposición garantiza que la mirada esté puesta en ese otro que es
el responsable de hacer porque “para eso está” y en este sentido la oposición se
convierte solo en la exclamación de “lo que debería hacerse y no se hace”, enarbolando
recetas que no se pueden poner a prueba justamente porque no se está en el
poder siendo estas plausibles de ser defendidas sin quedar expuesto a nada.
¿Cuánto tardará la tía
Yolanda en ver en los bigotes de Alberto a otro gato?
La
disputa por el deseo del otro
La Big Data parece haber
perdido su primera batalla frente a la realidad y esto puede ser cierto siempre
que podamos percibir la reaparición de la política. Esa vieja herramienta que
para muchos que yacía herida de muerte por los algoritmos que la tenían a puro
sopapo de memes y bombardeos de trolls volvió y tal vez en su mejor versión.
Un candidato correcto y
moderado, una candidata que presenta libros, otro que rehace su figura a pura
charla con vecinos y arriba de un auto viejo, dirigentes al freezer, otros con
perfil dialoguista, acuerdos bajo la superficie, rosca a por doquier, borrón y
cuenta nueva frente a la acusaciones cruzadas, planificar lo que se dice y como
se lo dice, planificar el silencio: que hablen ellos. El manual peronista en la
primera hoja “no es que nosotros seamos tan buenos es que los otros son peores”
(Juan Domingo Perón).
Pocos gritos, pocos bombos,
pocas banderas, muchas butacas, clima de anfiteatro, el escenario parece un
living, los tonos son tranquilos (la realidad ayuda no hace falta gritar para
tener razón), los candidatos se van adaptando, cuesta un poco pero de apoco se
va tomando el tono de las nuevas formas que, a veces, levanta la vos; no más. Y el escenario por
momentos es como una pantalla gigante transmitiendo un programa de entrevistas.
Tema obvio la política pero con formato de anécdotas de amigos tomando en un
café.
Dejar de ser para ganar: no
vale como análisis. Es estrategia, es táctica y pragmátismo, es la campaña de
una fuerza atenta lectora del momento histórico. “Hay que ganar aunque sea
colgados del travesaño” dice un bilardista de la campaña y los menotistas le
damos la razón sabiendo lo que se juega.
Camino por Martinez y en la
esquina donde estaba las promotoras de ConVocación hoy están pibes del Frente
de Todos, el candidato del municipio está por debajo de Axel y Magario que me
miran sonrientes, rubios y lindos. Los dos tienen peso propio y además gustan.
Afilados. Peronistas de esa maquinaria que muchas veces vimos como obstáculo
para que en este país se haga la revolución hoy trabajando para llegar al
poder. Me alegro sin ser de ese palo. Hoy la lucha es otra.
Lejos quedaron los últimos
tiempos del proyecto autodefinido popular mirándose más el ombligo, aburguesado,
con ausencia en territorio y con una seguidilla de errores tácticos y
estratégicos. Un proyecto que se erosionaba con toda la maquinaria mediática y
las redes sociales trabajando en su contra pero con una postura pasiva frente a
estos temas y con poca iniciativa hacia la sociedad. Con pocas ganas de ganar
decían algunos.
Mientras esto ocurría o
nosotros nos debatíamos sin debíamos votar o no a Scioli, Cristina seguía
haciendo enojar a la tía Yolanda con sus cadenas nacionales. Moreno y otros
dirigentes estigmatizados desde hace mucho tiempo seguía dando entrevistas desgastando
más al gobierno en un juego que lo habían pensado otros.
El colectivo Juguetes Perdidos, desde hace tiempo
viene poniendo el acento en procesos ya existentes en la sociedad antes del
macrismo y que no solo explicarían en parte el triunfo del 2015 sino también el
proceso de derechización que no sería tan posterior como solemos creer.
Recomendable. Hay que animarse a transitar definiciones nuevas, focos distintos
y enunciaciones nuevas a problemas viejos en el marco de la sociedad actual. A
guardar el manual viejo de lectura social académico y podemos airearnos un
poco. Vida mula, engorramiento, economía
libidinal por nombrar algunas definiciones. Ahí vamos.
Si pensáramos a la sociedad en
términos de pulsiones libidinales o
simplemente pulsiones de vida podríamos
plantear que el último año del gobierno Kirchnerista como un momento de declive
del deseo. Su aburguesamiento, su desgaste, sin ninguna medida importante que
conmoviera, la elección de Scioli como candidato carente de alguna pasión mínima
e incapaz de generar pasión y mucho menos entusiasmo en los otros (tuvo votantes
con la nariz apretada). Un momento histórico carente de pasión, de ganas y de entusiasmo.
Como esos amores que los
atrapa la rutina y el aburrimiento, las cosas fluyen solo por inercia y el
libido bajo es lo cotidiano.
¿Quién defendía
apasionadamente el proyecto en ese entonces? ¡Eran acaloradas discusiones sobre
si a pesar de todo había que votar a Scioli o no!
Era un trámite que había que
pasar y resulto un golpe mortal porque ni sus propios votantes creían en ese
proyecto. ¡Más des-erotizados que eso me cuesta imaginar!
Con ese contexto que
entusiasmaba poco, quizás hace rato que iniciamos un camino con nuestros
cuerpos “adentro” como una característica de estos tiempos: nuevos hábitos en
relación a los dispositivos tecnológicos, cuestiones de inseguridad, etc. Sino
también un proceso “hacia adentro”. Como el aburrido, el triste que sale poco,
que se guarda todo, que no exterioriza, que se guarda las cosas, “metido para
adentro”. A esto habría que sumarle lo que plantean el colectivo antes
mencionado que es el efecto de la vida
mula de intentar mantener los consumos que se tuvieron durante los últimos años
al costo que sea con un anclaje puesto más en ese consumo que en las
condiciones con las cuales se lo logra. Capaz de asumir un nivel de sumisión y
de precarización imposibles de sostener sin que los vínculos al interior de las
familias y los cuerpos implosionen sin remedio.
Si ampliamos esta idea hacia
otros sectores podríamos buscar estadísticas sobre las afecciones de las
distintas profesiones u oficios en los consultorios médicos en relación a
stress, depresión, problemas estomacales, erupciones en la piel relacionadas a
los estados anímicos, profundización o aparición de síntomas latentes graves
como signos cancerígenos y problemas cardíacos.
La pesada herencia del capitalismo como maquinaria de exterminio es
bastante visible y con una sofisticación llamativa.
El Capitalismo es algo que
hay que buscarlo en el interior de las personas no ya como algo exógeno (Jorge Alemán.Capitalismo.
Crimen perfecto o emancipación. Edit Ned). Como una enfermedad afectando el alma y el cuerpo. El alma tomando
como propio el discurso del amo y el cuerpo como depósito de las angustias, de
las frustraciones, desilusiones, desazón, tristeza lisa y llana que hace
síntoma.
¿Por qué no hay estallido?
¿Por qué la gente no está en la calle exteriorizando su bronca? Nos preguntamos
desde hace tiempo teniendo como referencia al 2001 y las respuestas que
aparecen no terminan de explicarlo.
Tal vez hay que seguir
aclarando que no es el 2001 y todo parece indicar que no van a hacer un
corralito, por lo menos por ahora. Ya la tía Yolanda comprobó que el sistema
bancario tiene liquides: sacó sus dólares los palpó con sus propias manos para
ver si eran reales y los volvió a depositar por la otra ventanilla.
Otra razón puede ser que la madurez de la oposición no empuje la gente a la calle para evitar violencia y muerte. Puede ser. No esperen felicitaciones de mi parte porque todos sabemos que muchos de esos "maduros" dirigentes se hicieron los dolobus mucho tiempo.
Otra razón puede ser que la madurez de la oposición no empuje la gente a la calle para evitar violencia y muerte. Puede ser. No esperen felicitaciones de mi parte porque todos sabemos que muchos de esos "maduros" dirigentes se hicieron los dolobus mucho tiempo.
Pero quizás no estalla también porque se implosiona,
porque esa energía maldita que produce la tristeza y la bronca no está en las
calles sino en los propios cuerpos de las familias que se desarman hacia
adentro en sus cuatro paredes, en las violencia cotidianas que hace estallar
los vínculos por el aire en ambientes con WIFI, en un contexto normalización de
la inaccesibilidad pero con disponibilidad de datos móviles, conviviendo con el
discurso de culpabilizar a la víctima y propiciando la impotencia de los nuevos
deudores de los créditos de Anses o de las Credifácil con tasas de intereses impagables. Porque los cuerpos
implosionan en multiplicidad de síntomas y afecciones. Estrés, problemas
estomacales, de piel y cardiacos, presión arterial (y ocular) y la aceleración
de los procesos cancerígenos. Sin estadísticas que los midan avanzan en los
barrios como una energía maldita que pide salir por algún lado.
Las
luchas por venir.
¿Porque pensar ahora en las
razones por las cuales la sociedad no estalló con una victoria en las PASO y
otra definitiva esperando en la puerta?
Los queríamos votando en
contra del macrismo y eso está sucediendo. ¿De que serviría pensar estos temas
ahora?.
No es solo por jodidos y un
poco resentidos ya que en el fondo nos molesta un poco haberlos escuchado decir
tantas barbaridades y ahora como si nada se entusiasman con Alberto como si se
tratara de una canción pegadiza de MALUMA que se puso de moda.
Quizás nos sirva para pensar
que hay cuestiones que van más allá de lo electoral aunque no hay duda que lo
primero es ganar las elecciones. Porque el Capitalismo tanto en sus versiones
Keynesinas como Neoliberales avanza sobre las personas de distintas maneras: de
forma indirecta, solapada o descarnada y salvaje según el proyecto. Por arriba,
por abajo, por dentro y por fuera su naturaleza es la misma y empuja para el
mismo lado desde la conformación de nuestro sistema políticos sociales. Que su
trabajo sobre nuestras almas viene desde hace muchos años. Hoy la llamamos
grieta pero no son más que versiones remozadas de las viejas matrices reaccionarias
de este país, ampliadas, potenciadas y habilitadas por este proyecto de país
actual: pero ya estaban.
La tía Yolanda era así antes
del macrismo y después de votar a los Fernández será la misma. También el engorramiento. ese proceso por el cual la misma sociedad va tomando
roles represivos y de vigilancia como su fuera ella misma un ente policial está
presente desde hace rato y potenciado por este gobierno. Los linchamientos
callejeros y su exacerbación hacen un recorrido que va del cuidado comunitario,
la buchoneada, la justicia por mano propia hasta el asesinato en grupo sin
escala.
No hay que ser innecesariamente pesimistas es una de las claves y una muestra
saludable son las intervenciones “flashmob” a puro baile del tema de Sudor
Marika. Estoy de acuerdo pero…tampoco seamos compradores de ingenuidades
nuevas.
Porque si cada uno observa
los territorios que recorre podemos señalar por ejemplo que las escuelas están
llenas de maestras que usan litros de alcohol en gel para desinfectarse después
de tocar a sus alumnos pobres, de kiosqueros que le dispararían a la cabeza cualquier
ladrón de cervezas, de personas que aman a sus mascotas y no se les mueve un
pelo cuando la policía mata un pibe: solo por nombrar alguno de los odios
circundantes que este gobierno supo representar.
Porque lo que seguirá en disputa será la construcción
de una sociedad que pueda cambiar estos odios que circulan por amor hacia los
otros. Pero no ese amor del que te da lo que te sobra desde un lugar de poder.
Amor de construir igualdad y justicia no dádiva y caridad. Amor del que quiere
que al otro le vaya bien y sobre todos a los de menos recursos, que quiere que el
otro pueda tener las mismas oportunidades que uno ha tenido, que pueda
disfrutar de la vida y no dar explicaciones por comprarse unas buenas zapatilla
o por tener Directv. Ese amor que hace que si tengo algo me alegre si el otro
también lo puede tener.
Son tiempos de renovar la
esperanza. Estamos de acuerdo. Pero dejaran no solo un país arrasado
económicamente y socialmente sino que dejaran nuestras miserias exacerbadas y
allí no hay elección que valga. Habrá que reconstruir la mirada hacia el otro y
empaparla de compresión y empatía. Eso implicará militar por una sociedad con
más afecto. Ojala que estemos a la altura de las circunstancias.
Las correlatividad de
fuerzas no da para una revolución no hay que ilusionarse con eso. Y nuestro
candidato de revolucionario no tiene ni un poster del Che en su cuarto. Pero el
tío Alberto es un hombre de buenas intenciones progresistas que para el desastre
realizado es un bálsamo a festejar. Es un freno a este proceso salvaje de
destrucción de derechos, de recursos, de cuerpos y de ideas.
Me recuerdo en los tiempos
en que ser joven era ser de rebelde y de izquierda discutir con mis pares sobre
el peronismo a quien acusábamos de ser casi el opio de los pueblos y de no
tener conciencia de clase.
Hoy no sé qué ha sido de mis amigos de aquella
militancia rudimentaria pero a mí me encuentra con las copas preparadas para
brindar por el triunfo de los Fernández. Porque darán fin a uno de los periodos
más nefastos de nuestra historia que tendrán consecuencias de las cuales hablaremos
años.
Tengo la edad de cargar algunas tristezas lógicas de la vida pero nunca
me había dado tanta tristeza el país; y me animo a decir que somos muchos los
que esperamos con mucha ansiedad el triunfo (más que un cumpleaños).
¡Porque es
“tanta” la destrucción considerando
el corto tiempo!. Que con la alegría, que tendré ese día, me permitiré ser… un
poco peronista.
R.H.
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