lunes

Al fin salieron!!


Otra mirada posible sobre esa “gente de bien” en un diciembre inesperado.




Si matan a un hippie no vale la pena salir a protestar, si matan a un mapuche mucho menos, si golpean a negros peronistas o kirchneristas tampoco. Si despiden empleados públicos para solucionar el desempleo tampoco, si crece la deuda externa más que en la dictadura militar y el menemismo juntos tampoco, si se disparan los precios de los alimentos sin control tampoco.  Si no buscan a un submarino perdido no importa tanto porque obvio fue un accidente no buscado, involuntario, sin responsables. Si encarcelan personas solo por las dudas tampoco, si suspenden las paritarias tampoco, si la policía entra a un barrio a los tiros hiriendo a niños tampoco, si despiden periodistas por pensar distinto tampoco, si el poder adquisitivo del salario se reduce día a día tampoco. 

Ninguna de estas razones, por nombrar solo algunas, fueron motivo suficiente para que salieran a protestar aunque hayan salido antes por mucho menos a la calle a denunciar “una dictadura”.

Pareciera que se puede soportar todo… excepto  algunas cosas. Pareciera que algunas cosas marcan el límite de lo soportable e irremediablemente haya que salir a protestar y reclamar. Cuál es ese límite todavía es un misterio y sus razones mucho más.

Cuando era niño recuerdo que era una convención entre los pares el hecho de que en una situación difícil se podía soportar cualquier agresión verbal sin reaccionar (si fuera necesario) pero que todo cambiaba cuando alguien se atrevía a insultar a nuestra madre. En ese momento salíamos eyectados a defender ese orgullo herido incluso con las propias manos. ¡Eso no se podía permitir de ninguna manera!. Ese otro había pasado un límite permitido y la valentía varonil se ponía en juego en ese momento incluso sin medir el tamaño del rival.

No sé si es el caso de una sociedad a la cual se le ha mentido en la cara desde el primer día y parecía no tener reacción. En nombre de "La República" se han pasado a la misma por las partes íntimas sin ponerse colorado ni un minuto.

Descontando los sectores que ya estuvieron convencidos de querer vivir en una sociedad represiva y cada argumento es una confirmación de su posición ideológica. Descontando también a los que ven en este presente lo que nunca supieron cómo ponerle nombre, nunca pudieron desarrollar ese gorila escondido en el discurso de “lo apolítico” y hoy ven como su cuerpo se llena de pelos y se pueden acarician sin pudor.

Fuera de esta fauna que merecería algún tratado zoológico existe una cantidad de desencantados y confundidos que no sabe qué hacer con su desconcierto y han tomado caminos muy diversos. Algunos eligieron la negación y la justificación constante aunque fuera incluso en contra de lo que han pregonado hasta ayer.

Otros sin embargo no pueden evitar sentirse responsables de que han ayudado con su voto a que este presente sea tal y eso no es fácil para ninguno. Reconocer que se han equivocado no es proceso fácil para nadie. Nadie de un día para otro reconoce que se ha equivocado y menos si el perfil del coeficiente intelectual promedio de los elegidos va del Mago sin dientes a Miguel Del Sel. Porque algunas equivocaciones rosan lo humillante frente a los otros y ahí andan…como aquellos que en alguna esquina le han hecho “El Cuento del Tío” y no se lo contaron a nadie. Porque de alguna manera reconocer la estupidez de esta dirigencia de alguna manera es el camino del reconocimiento de la propia estupidez.

Entonces como manotazos de ahogado en masa hubo que defender la decisión con uñas y dientes a la espera que se pueda corregir la postura con alguna causa que los deje al menos bien parados. Y en el mientras se justificó lo injustificable como simple mecanismo de defensa.

Pero no se podía salir por cualquier cosa. Ni por la grasa militante ni por esos morochos que golpea la policía, ni por lo pobres que ensucian la ciudad. ¡No! ¡no!Tenía que ser una buena razón…una causa que no estuviera contaminada de política de, ni de negritud, de corrupción, ni de parcialidad ni de nada que la ponga en duda a esa esa "gente de bien"…objetiva, inodora, ciudadana y universal.

La reforma Previsional a pesar de afectar a varios sectores esencialmente afecta a los jubilados… a los viejos…No sé si algo de “lo sagrado” haya traspasado esa pared de la indiferencia… la propia vejez y la autodefensa. Tal vez.

Lo que sí me parece es que …los viejos, los abuelos, los jubilados..tiene una idea de universalidad ciudadana propia de las luchas de la Gente de Bien..y no porque este mal hacerlo. Todo lo contrario. Pero traspasa cierta sensibilidades que otras causa no lo hacen, es más pura, más aceptada por todos…¿quién puede estar en contra de defender a los jubilados?....Quizás esté dentro de ciertas categorías de reclamos de una ciudadanía universal que al que la profesa le da cierto STATUS y hasta cierta idea de pertenencia objetiva y sin contaminar. Podría nombrarse a otras como la Ecología (derivan de esta la lucha por las ballenas y todas las especies en extinción), los niños en general, los discapacitados. Todas causas justas que hablarían tan bien de nosotros mismos que podríamos tranquilamente ser candidatos en alguna elección o quedar bien con cualquier suegra.







Quizás sea una razón valedera para empezar a reconocer la equivocación y salir ileso.

Por lo que sea bienvenidos a la calle. Aunque salgan en otro horario para diferenciarse. Aunque los conductores de tv expliquen hasta el hartazgo el carácter espontaneo e inorgánico de la “gente de bien”. No importa. No importa la complejidad de las razones porque a más de uno nos sirve para empezar reconciliarnos con los “otros”.

Por otro lado muchos trabajaron para tejer puentes entre lo que estaba fragmentado y eso en una buena noticia. Incluso el silencio sabio de Cristina K ayudó a que nadie temiera quedar pegado con su figura.

Me sucede que cuando piensa en las diferencias ideológicas puedo moverme con tranquilidad en las categorías “ellos” y “nosotros”. Pero cuando pienso en las miserias humanas, en las discusiones que no generamos en la etapa anterior para que esto que vivimos no sucediera, o nuestra dificultad para apoyar algunas cuestiones del gobierno anterior con más fuerza en vez de sentirnos tan incómodos por vernos oficialistas. 

Y cuando pienso también en nuestras comodidades en un presente en el cual "los malos son claramente los malos" (en el poder) y "los buenos son los buenos que no están en el poder". Porque en algún punto es una comodidad no estar discutiendo si tal medida es o no buena para el pueblo ya que eso obligaba a tomar postura, a ensuciarnos con la política real.

Me pasa lo mismo cuando pienso en nuestros consumos y hábitos (de este capitalismo actual) a veces confundiendo que participar no es solo participar en las redes Y sobre todo sabiendo que algunos de nuestros días no pasamos de ser observadores del saqueo preocupados en llegar a nuestros hogares para ver una serie de Netflix.  Entonces ahí me empiezo a confundir y no sé si estoy hablando de ellos o de nosotros.



R.H.

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