Abrí una cuenta con
seudónimo para que no me encontraran y me di cuenta que nadie me buscaba. Nunca
supe del todo como manejarlo ni porque era un “muro”, ni que significaba “etiquetar”,
ni un “estado”. Lo supuse sin preguntar quizás por vergüenza a quedar como
antiguo.
Mis amigos y conocidos me
hablaban de la maravilla de recuperar el contacto con familiares o amigos
perdidos en el tiempo o la distancia. Tenía mis reparos al principio pero
decidí dejarlos de lado; su definición de la palabra AMIGOS me parecía tan
banal que con una definición destruía toda la complejidad de un vínculo tan
importante.
¡Tanto me había costado
tener amigos en la vida! ¡Tanto me costaba tender esos puentes entre las
amistades del pasado y sostener las amistades del presente para que de repente aparezca
Facebook y con un clic puedo tener miles de amigos!!!
Al principio solo acepté
como amigos a los que eran reales, gente de confianza, algún compañero de
trabajo o alguien recomendado.
También, alguna vez, seguido
por las sugerencias de los que veían en él una forma de promoción “fantástica”
publiqué alguna actividad o evento… ¡y no se enteró ni mi esposa!
Otra vez busqué a los viejos
amigos… y a los viejos enemigos también. A una ex novia y hasta mi amor imposible
de la escuela primaria: patético.
Me fui metiendo cual voyeur
en la vida de los que habían decido mostrarse a través de esa ventana pública
(sin cortina). Los vi vestidos de entrecasa, en sus cocinas, en sus patios, en
sus piletas, en sus fiestas, en sus reuniones. En toda esa vida que desconocía
porque quizás solo nos cruzábamos unos minutos en algún lugar.
Los vi dejándome entrar en
su vida privada posando en esa vidriera moderna que lo transforma todo en
público.
También vi como algunos “vivían
momentos solo para después mostrarlos en Facebook”.
Vi a los amigos de mis
amigos y más de una vez pensé “Dime con quién andas y te diré quién eres”
.
Vi lo que subía mi esposa y en
más de una ocasión tuve que darle explicaciones de… por qué no hacía ningún comentario:
otra vez patético.
Hasta que un día me cansé de
ser un espía con permiso y dejé de usarlo por un tiempo. Luego de la elecciones
2015 tuve un ataque de furia y comencé a hacer comentarios en contra y a favor
sin descanso.
Tuve algunas bajas de familiares
que no soportaban mis opiniones y me sacaban de su lista de AMIGOS.
Descubrí que una prima era
anti-kirchnerista y ante sus ojos yo debía serlo porque me borró. Descubrí a
una ex militante de izquierda comprometida con la lucha armada de los 70 postear
solo comentarios sobre perritos y gatitos. De política solo comentarios anti k.
Leí los comentarios de parte
de mi familia, que no tiene un peso partido al medio, hablar como si vivieran
en La Recoleta.
Me decepcioné, me
escandalicé…me entristeció la indiferencia.
Me enfurezco con la esta
libertad de decir cualquier cosa sin fundamento, solo por odio, por ignorancia y prejuicio.
Las múltiples formas de
“Cipayismo” no me dejan de sorprender y adosado a esto las cadenas de oración a
la Virgen me desconciertan al por mayor.
Seguí a un Trolls pago que
abrió una cuenta para desparramar odio. Seguí el Facebook de alguno que
desparramó odio y no era ningún Trolls(lo hacía gratis).
Mis respetos a los que han
encontrado una forma de comunicarse saludable. A los que pudieron incorporarlo
como algo que suma a los vínculos reales. Yo no he podido.
Yo encuentro en Facebook a
un enorme espacio de chusmerio virtual (más denigrante tal vez); lleno de
impunidad y cobardía. Digo lo que no me
animo a decir en persona. Digo lo que siempre pensé y no me anime a decir, digo
sin la interpelación del otro. Tan infantil por momentos como aquel que
entra en el recreo al aula, escribe un insulto a la maestra en el pizarrón y
sale corriendo.
Escucho , leo y veo como
mienten todos los días en este país y sobre esas mentiras en Facebook se dicen
“barbaridades”.
Desapareció un pibe y ni con
eso sube la calidad de los comentarios. Basta para mí.
Me fui de Facebook y eso está
lejos de ser algo heroico, es más ni siquiera es algo importante. La
posmodernidad me acusará de quedarme afuera y ser arcaico: estará en mí
convertir eso en virtud.
Este Capitalismo perverso ya
no solo puede matar, reprimir y hacer desaparecer para poder dominar. Ahora
también te puede convencer que algunas cosas “son” cuando “no son”. Y cuando lo
logra nosotros mismos hacemos el resto.
A veces hacemos “como si nos
comunicáramos”, como si cultiváramos la amistad”, como si tuviéramos una vida
social” y resulta que solo navegamos por las redes. Y navegar es mucho decir ya
que estamos “quietitos y confortables”
en nuestros hogares mirando Netflix que siempre tiene una serie adecuada para
cada uno de nosotros. ¿Qué más podemos pedir?
Me voy de Facebook de ese
tiempo perdido mirando los “muros” en vez de conversar más con mi familia; me
voy de las caritas y manitos con pulgares para arriba y abajo, como si
estuviera metido en un concurso donde se califica o no.
Me voy de esa “invitación
solapada” para alimentar el ego “al pedo” y para exacerbar mis inseguridades…¿Qué dijeron de mi?...¿Qué
piensan de mi?...¿Qué piensan de lo que digo?...Qué piensan de lo que
muestro?...y demás preguntas neuróticas que se zamarrean en mi cabeza como en
una batidora…¿Con qué necesidad?...¿No?..Porque ya existe la vida real y por
suerte la terapia como para abordar estos temas como para que sume espacios que
lo potencien.
Me voy de Facebook, acabo de
cerrar mi cuenta, me autoexilio al mundo
de lo concreto. Ojalá que con los que no conozco pueda alguna vez, conversar
frente a frente, tomar unos mates, ver nuestros gestos, darnos la mano. Y para los
que ya conozco… no será problema alguno, ya que sabrán donde encontrarme.
R.H.
1 comentario:
Hola, me llamo Soledad y tambien me estpy planteando la idea de irme de Facebook. Porque me cansé.
Di mi primer paso al no entrar desde enero/febrero hasta este finde.
Bastante tiempo.
Y hoy dije "chau por mas tiempo...por qué no lo cierro de acá a fin de año?" No?
Es muy lindo lo que has escrito y me veo reflejada.
Saludos
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