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Había que estar. No había dudas. Mi lista de razones empieza
por una un poco egoísta:
Me imagino a mis hijos repasando la historia del país y preguntando
a sus padres …¿Qué hicieron cuando hubo un gobierno popular?.... APOYAMOS les
podremos contestar…y… ¿Qué hicieron aquel 9 de Diciembre?...¡ESTUVIMOS EN LA PLAZA!
Y así fue nomas. Nos encontramos todos en una ceremonia
tan hermosa como necesaria. Lamiendo nuestras heridas sin terminar de calcular
todavía la dimensión del golpe recibido. Después de haber pasado por la
sorpresa, el dolor, la bronca, la tristeza, la nostalgia, la esperanza y por
supuesto también la alegría del encuentro. Los viejos militantes, los nuevos
militantes, los que no son militantes, los que apoyaron desde el primer día,
los que dudamos y nos sumamos luego, los que apoyaron un poquito, los que
criticaron desde cierta pureza, los que no pudimos leer en términos históricos,
los que teníamos razones personales para estar, los enojados con los errores,
los que sentíamos que había que venir a agradecer, los que pensaban en algún
ausente(¡ pucha que bueno hubiese sido que el/ella hubiese estado para estar acá!),
los que sienten que su destino se modificó en esta etapa, los que sintieron que
en esta etapa les abrió la cabeza, los que pudieron mirar a los otros por un
rato en vez de mirarse al ombligo, Los que sienten por primera vez lo que
sentirse parte de un colectivo poniendo el cuerpo. Estábamos todos, los que necesitábamos
estar para valorar una de las etapas de nuestra historia más interesantes.
Hay cosas que hay que vivirla para poder dimensionarlas…
y ahí estábamos, riendo, llorando, apretujados, transpirados pero contentos de
reconocernos en los otros, hermanados en una despedida. Sintiendo vibrar el
cuerpo transitado por la historia, cantando, hablando, abrazando, escuchando
los cantos que nacían lejos y llegaban al lado nuestro como una lluvia
refrescante.
Me tocó viajar en la línea H desde Olleros, zona bastante
hostil a las propuestas populares. Viajamos conversando con mi mujer dando por
seguro, desde nuestro prejuicio que la “Gente Bien” que viajaba al lado nuestro
nada tenía que ver con nuestro destino ese día. Al bajar en Catedral con la
escalera atascada de gente todos nos dimos cuenta que íbamos para el mismo lado. Los que habíamos viajado
casi sin mirarnos nos reconocimos con una sonrisa enorme…¿Vamos todos para la plaza?. Me preguntó una mujer...Me
parece que si…. le contesté con el mismo asombro y no pudimos seguir
conversando porque un canto se hizo cuerpo: ¡NO VENIMOS POR LOS PLANES, NO
VENIMOS POR EL CHORIPAN, VENIMOS POR EL PROYECTO NACIONAL Y POPULAR!.
Dar las gracias era la consigna más importante. Salio Cristina
y la plaza estalló, ella conversa con la multitud. Porque eso hace: escucha,
contesta, te tranquiliza, te contiene, esa es ella. Es líder y ese día era más
que nunca.
Había que estar para despedirla y más allá de los
errores, vanidades, egos y todas las cuestiones humanas que seguro que
estuvieron presentes despedíamos “de la gestión” a uno de los cuadros políticos
más importantes de los ultimos 50 años. Pero lo inédito es que despedíamos en un
clima de alegría; tanto que no parecía
una despedida.
Cristina enumera una vez mas lo logros de su gestión. “"Podemos
mirar a los ojos a los jubilado” dijo en un momento y el recuerdo de mi vieja
me aflora, y con la tranquilidad de que a ella la hubiese puesto muy contenta verme
en la plaza. Por momentos la derrota iba tomando una dimensión inmensa y sin
explicación; pero lejos de provocar tristeza
nos despertaba la sensación de alegría por lo vivido.
La vimos a lo lejos a Cristina, chiquita por la distancia
pero inmensa para la historia.
Caminamos hasta el subte y una nena sigue cantando ¡A
VOLVEEEER! ¡VAMOS A VOLVEEEER! ¡VAMOS A VOLVER!
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R.H.
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