Un potrillo que aparece una madrugada solitaria a horas de la partida, una paloma que entra a mi casa(casi hablando), un picaflor que aletea a cinco centímetros de mi cara, una gata que se aferra a su hermana después del entierro.
Presencias que hablan de “la ausencia”. Eso que sucede cuando los que no somos creyentes, los que elegimos la duda como forma de mirar la existencia no sabemos cómo nombrar.
Vinciane Despret en un hermoso libro llamado “Habitar como un pájaro” sugiere que los animales nos quieren decir cosas todo el tiempo. Descifrar es la tarea pendiente. Quizás esos seres a los que llamamos inferiores tengan ciertas sabidurías que subestimamos. Mensajeros de otros mundos dirán muchos; aunque me inclino a pensar que son quienes perciben las heridas humanas con más facilidad.
¿Cómo se hace presente lo ausente? ¿Cómo convivimos con eso?
Sea como sea, no son tiempos fáciles para las apariciones y los fantasmas. El presentE es un lugar en donde impera la muerte como lógica de dominación, pero también como pulsión. El mecanismo imperante, no solo para negar la muerte sino también para cortar la relación que podamos tener con nuestros queridos muertos, es sin lugar a dudas el miedo.
No sé si existen o no; pero de lo que estoy seguro es que se hacen presentes sin importarles mis creencias. Estoy seguro que si le tengo miedo a lo que intentan decirme los animales, a los sonidos en la cocina a la madrugada, a la mirada que percibo desde los arboles algunas tardes, a los ladridos de los perros al campo solitario durante noches enteras; es posible que no vuelvan más. Sucederá si no los nombro, si no los cuento en mis historias; la memoria y los recuerdos que se alimentan de palabras se vaciarán de forma irremediable.
Y quizás en este lugar del texto mi querida psicóloga, que por suerte decidió acompañar y no tratar de curar, se aferra a sus herramientas y está tentada de decir “soltar” “dejar ir” “aceptar”; pero en ataque de ternura recuerda el cariño que tiene a los fantasmas que conviven con ella y prefiere el silencio del enigma.
Dejar de tenerles miedo es quizás un buen intento de incorporarlos a nuestros adentros, hacerles una invitación para que (a su manera) nos acompañan a este juego tan misterioso que es la vida.
Hoy es un día especial para los míos. Es un día en el cual “nuestro fantasma favorito” se incorporará a la mesa con nosotros, se hará presente en la forma de reírse de su hermana, en su forma de hablar. Es posible que Santi este presente jugando a la pelota con todos, respirando en mi oído, cansado de correr pero contento al fin porque se sabe habitando las palabras, los recuerdos, la risa de sus amigos, la fortaleza de su madre, la madurez de su hermana, los sueños de sus primas...y quizás habitando los rincones de esta casa también.


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