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Empezar el año y terminarlo con perdidas está lejos de ser un año cualquiera. Un padre que se muere es algo que golpea siempre, sea de la manera que sea.
Quedará el resto de la vida para descifrar con más claridad que ha dejado como legado, como aprendisaje, como experiencia. Tanto en sus hechos, sus omisiones, sus palabras y sus silencios.
La orfandad deja sensaciones totalmente intransferibles. Solo se sabe su dimensión cuando llega el momento. En mi caso tengo a favor que me llega"de grande" de adulto; con una conciencia de finitud importante como para amortiguar un poco el golpe. Despues con una familia que contiene, una realidad sin muchos sobresaltos y una buena terapeuta la tristeza se va achicando y el pecho acorazando un poco más.
El padre como "autoridad", como el responsable de cuidarnos en terminos reales y simbolicos se asemeja en gran medida al Estado de Bienestar que cuida tus derechos. Que por momentos te defiende con fuerza y hasta parece un heroe; y en otros parece tan debil que decepciona.
Ya las democracia misma nos mostró que se dejaba ganar los partidos para que estuvieranos contentos y despues cuando entro otro a la cancha no supo qué hacer. Un Estado que te invita al disfrute del espacio público, al teatro, al cine, a escuchar musica y a encontrarte con tus hermanos en la calle.
Un Estado que como un padre a veces se equivoca y te hace enojar; que tiene la frazada corta a la hora de arroparte; que te promete y cumple a medias y un par de veces por la hendija de la puerta le vimos algunas miserias.
No era el mejor pero "ahí estaba", con sus leyes nuevas, con sus reivindicaciones, y esa forma de hablar que tenía; tan convincente, tan de nuestro lado que hasta cuando macaneaba un poco te gustaba. Y uno se da cuenta recien cuando no lo tiene lo que lo necesita. Imperfecto pero con intenciones... ese es el asunto, ahi estaba con su techo con goteras y su bicicleta desinflada...que me importa ahora...si solo quiero que vuelva.
Porque un dia por responsabilidad propia, por la esponsabilidad de algunos, por culpa de otros y sobre todo por elección de muchos ese Estado ya no está. Nos hemos quedado huerfanos. Y como todos los huerfanos pasamos por la tristeza, el enojo y la aceptación. Por supuesto que lo primero que pensamos es que no estamos preparados para su ausencia pero parece que la cosa no es tan así.
Despues del baldazo de agua fria tuvimos la necesidad de juntarnos como deudos esperanzados en el regreso y estuvimos ahí sin dudar.
Todos sabemos que serán dias de mucha complejidad y las distintas sensaciones que vamos sintiendo en el cuerpo nos avisan que sin duda estamos vivos. Que estos años pudimos mirar más allá de nuestros propios ombligos y que con las experiencias lejanas y cercanas sabremos capitalizarlas para resistir.
No estará él para defendernos y nos tendremos que juntar para hacerlo. "Las plazas van a estar lindas estos años" me aseguró un amigo. No nos invitarán a las fiestas que nos gustaban y habrá otras a las cuales no nos vamos ni a asomar a la puerta. ¡No importa!... haremos fiestas nuevas. Nos lansaremos de nuevo a buscar espacios alternativos por debajo de la cultura oficial.
Porque cuando no está el padre hay que aprender a ser más padres de nuestros propios hijos y enseñarles a buscar "los tesoros" de este mundo: lugares, personas, musica, teatro, juegos...porque ¡si no la ofrecen!... hay que salir a buscarlos. Nada nso será regalado. Hay que preparalos y prepararse, cual si fueran mandarinas de una infancia lejana, porque si es necesario saltaremos sus medianeras para arrancarlas.
Ricardo Hernandez
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