
Dos breves y un desafió para las organizaciones.
Cuenta la historia que dos pueblos cercanos necesitaban la construcción de un puente para poder llegar a la cuidad. Ambos contaban con cantidad de población similar y los mismos tiempos prósperos corrían para los dos.
En el primer pueblo el intendente en persona decidió encarar la obra y presionó al Consejo Deliberante para que le aprobara el presupuesto. Luego de esto contrató a una empresa constructora de un amigo. Sus funcionarios le sugirieron que llamara a licitación publica y consultará a opinión pública para saber de que forma y estilo quería el puente.
Al funcionario le parecía poco operativo este camino y terminó de acordar con su amigo constructor la forma y dimensiones del puente. Como tenía el control absoluto de los fondos, le permitió a su amigo pasar sobre-precios y quedarse con un porcentaje de coimas importante, además de regalos personales que recibía. El puente tardó más de lo previsto ya que los constructores decidieron cobrar extras y al cabo de un tiempo el puente que necesitaba el pueblo estaba terminado.
En el segundo pueblo el intendente y los representantes del pueblo llamaron a la comunidad para realizar una gran asamblea en donde decidir democráticamente cuales serían los pasos a seguir. Durante varias horas se debatieron varias propuestas que iban desde la formación de una cooperativa para desempeñar el trabajo hasta una jornada cívica en donde todos trabajarían. Se organizaron comisiones por barrios con sus delegados los cuales en Asamblea general debatían la posición de cada uno. Se cuestionó esta forma y se propuso el voto directo para definir que tipo de puente se haría. El problema mayor fue cuando se nombraron los representantes de la comisión de finanzas que manejaría los fondos. Los vecinos del sur del pueblo no querían que sean los del norte ya que varios de ellos tenían contactos con empresarios constructoras y se temía una malversación. En este punto todos los partidos vecinales se postularon como fiscales del proceso a lo que la mayoría acuso de oportunistas. Varios sectores se acusaron de estar ligados a las peores épocas de la historia del pueblo y las organizaciones vecinales decían que se estaban apartando del pueblo nuevamente. El debate siguió una semana. Hasta que las calles quedaron vacías de vecinos que llevaron la discusión hacía temas personales y varios de ellos rompieron su amistad para siempre.
El puente todavía no pudo construirse.
Los que hemos transitado algún camino dentro de las organizaciones barriales y comunitarias podemos dar ejemplos de estos dos extremos en las prácticas. Por supuesto que la realidad es mucho más compleja que estos ejemplos y las situaciones no son tan en blanco o negro. Pero si bien una institución no es un pueblo las decisiones grupales implican formas de resolverlas con necesitan siempre de los demás.
Cuenta la historia que dos pueblos cercanos necesitaban la construcción de un puente para poder llegar a la cuidad. Ambos contaban con cantidad de población similar y los mismos tiempos prósperos corrían para los dos.
En el primer pueblo el intendente en persona decidió encarar la obra y presionó al Consejo Deliberante para que le aprobara el presupuesto. Luego de esto contrató a una empresa constructora de un amigo. Sus funcionarios le sugirieron que llamara a licitación publica y consultará a opinión pública para saber de que forma y estilo quería el puente.
Al funcionario le parecía poco operativo este camino y terminó de acordar con su amigo constructor la forma y dimensiones del puente. Como tenía el control absoluto de los fondos, le permitió a su amigo pasar sobre-precios y quedarse con un porcentaje de coimas importante, además de regalos personales que recibía. El puente tardó más de lo previsto ya que los constructores decidieron cobrar extras y al cabo de un tiempo el puente que necesitaba el pueblo estaba terminado.
En el segundo pueblo el intendente y los representantes del pueblo llamaron a la comunidad para realizar una gran asamblea en donde decidir democráticamente cuales serían los pasos a seguir. Durante varias horas se debatieron varias propuestas que iban desde la formación de una cooperativa para desempeñar el trabajo hasta una jornada cívica en donde todos trabajarían. Se organizaron comisiones por barrios con sus delegados los cuales en Asamblea general debatían la posición de cada uno. Se cuestionó esta forma y se propuso el voto directo para definir que tipo de puente se haría. El problema mayor fue cuando se nombraron los representantes de la comisión de finanzas que manejaría los fondos. Los vecinos del sur del pueblo no querían que sean los del norte ya que varios de ellos tenían contactos con empresarios constructoras y se temía una malversación. En este punto todos los partidos vecinales se postularon como fiscales del proceso a lo que la mayoría acuso de oportunistas. Varios sectores se acusaron de estar ligados a las peores épocas de la historia del pueblo y las organizaciones vecinales decían que se estaban apartando del pueblo nuevamente. El debate siguió una semana. Hasta que las calles quedaron vacías de vecinos que llevaron la discusión hacía temas personales y varios de ellos rompieron su amistad para siempre.
El puente todavía no pudo construirse.
Los que hemos transitado algún camino dentro de las organizaciones barriales y comunitarias podemos dar ejemplos de estos dos extremos en las prácticas. Por supuesto que la realidad es mucho más compleja que estos ejemplos y las situaciones no son tan en blanco o negro. Pero si bien una institución no es un pueblo las decisiones grupales implican formas de resolverlas con necesitan siempre de los demás.
No se trata de llegar a un planteo simplista y extremo tal como "roba pero hace" o "no se puede ser democrático", pero si tratar reflexionar sobre nuestras prácticas. En este sentido me surgen estos interrogantes:
¿Es posible construir colectivamente con la diversidad de miradas? ¿Es posible que además eso se refleje en resultados concretos? ¿Es posible debatir sin que los debates se hagan eternos sin llegar a los objetivos planteados? ¿Es posible que los temas personales no se mezclen y se termine viendo en los compañeros a un enemigo? ¿Es posible negociar y consensuar posiciones sin creer que por ello olvidamos los principios? ¿Es posible ser “serios” en nuestra propuesta y mantener los ideales? ¿Cuáles temas nos cuesta debatir?¿Cuáles son aquellos necesarios y cuales no?¿Qué lugar deben ocupar en nuestros debates el dinero, el poder, la autoridad y que eso no haga “síntoma” en lo cotidiano?
Estas preguntas intentan ante todo aportar movilidad al pensamiento apostando a que esto pude ayudar a tener una práctica superadora y no a la comodidad teórica ya que no es filosofar lo que se necesita(en todo caso la filosofía para hacer y no solo para pensar). No tengo certezas ni soluciones, tampoco creo que se trate de eso. Sigo creyendo en las construcciones grupales pero me parece que una clave puede estar en intentar hacer cosas sin deshacer los vínculos, a “decir” sin caer en el sincericidio. Tener la valentía de mirarnos para ser mejores, reconocer nuestras miserias humanas y no solo buscarlas en el otro. Construir un “nosotros” es una responsabilidad que nos atañe aunque atente nuestras pequeñas seguridades individuales. Creo que el intento de encontrar la manera es válido.
Ricardo Hernández
¿Es posible construir colectivamente con la diversidad de miradas? ¿Es posible que además eso se refleje en resultados concretos? ¿Es posible debatir sin que los debates se hagan eternos sin llegar a los objetivos planteados? ¿Es posible que los temas personales no se mezclen y se termine viendo en los compañeros a un enemigo? ¿Es posible negociar y consensuar posiciones sin creer que por ello olvidamos los principios? ¿Es posible ser “serios” en nuestra propuesta y mantener los ideales? ¿Cuáles temas nos cuesta debatir?¿Cuáles son aquellos necesarios y cuales no?¿Qué lugar deben ocupar en nuestros debates el dinero, el poder, la autoridad y que eso no haga “síntoma” en lo cotidiano?
Estas preguntas intentan ante todo aportar movilidad al pensamiento apostando a que esto pude ayudar a tener una práctica superadora y no a la comodidad teórica ya que no es filosofar lo que se necesita(en todo caso la filosofía para hacer y no solo para pensar). No tengo certezas ni soluciones, tampoco creo que se trate de eso. Sigo creyendo en las construcciones grupales pero me parece que una clave puede estar en intentar hacer cosas sin deshacer los vínculos, a “decir” sin caer en el sincericidio. Tener la valentía de mirarnos para ser mejores, reconocer nuestras miserias humanas y no solo buscarlas en el otro. Construir un “nosotros” es una responsabilidad que nos atañe aunque atente nuestras pequeñas seguridades individuales. Creo que el intento de encontrar la manera es válido.
Ricardo Hernández
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