
Esa argentina contradictoria a la cual le costaba ver sus propias miserias humanas los personajes grotescos de Sorianos los volvía hasta cariñosos. El humor y el ridículo eran imanes para los lectores que encontraban historias mínimas y creíbles. Los que devoraban sus libros eran vistos como parte de la literatura pasatista de esos años. Todavía se lo discute en estos tiempos y se reviven anécdotas como las que debatieron en Pagina12 Batriz Sarlo y Guillermo Saccomanno que nadie más que los protagonistas sabra que fue lo cierto y que no. Pero solo unos pocos, consagrados o no, acepados o no pudieron lograr que sus lectores lo extrañen tanto como a él. Pocos escritores se pueden dar el lujo de que algunos volvamos a sus libros de ves en cuando y devorarlos como la primera vez. Te invitamos a que te acerques por ejemplo a La Hora sin sombra” un libro para leer en un viaje que es cuando uno sale a buscar cosas a la vida.
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