Los Necios

Vino Silvio y parecía que estábamos todos. Hace rato que ya no es solo un gusto musical y su referencia es una manera amplia de resistencia que aglutina a muchos que siguen pensando que el mundo puede ser mejor a lo que ofrece este Capitalismo miserable. Hoy le ha tocado a este confín del mundo erigirse en refugio cual tienda de campaña de una guerra vieja que seguimos librando cada uno a su modo.

Pero era una tarde de domingo y todos sabíamos que cualquier noticia parecería más triste que otros días. El clima, sin embargo, no pareció creer en supersticiones y se mostró con un sol pleno que tomaba la plaza Lolita Torres y la Avenida Belgrano. El mate circulando por las lomadas  me hacían añorar Barrancas de Belgrano de mis 20 años. Había niños, jóvenes y viejos en un mar de gente multicolor que sorprendía a una vecina de un tercer piso que no paraba de sacar fotos. La tribu cotorreaba mientras un “Vamos a Volver” pasaba todavía como una brisa tenue.

Después de los músicos que amenizaban la espera de Silvio una Cintia García eufórica hablaba del encuentro, de Milagros Sala, de la lucha docente y del difícil momento que atravesamos. Hablaba en lenguaje inclusivo y le salía más espontaneo que a mí. Además explicaba que se hacía una pausa para probar equipos; entonces nadie hablaba desde el escenario y el silencio que nunca fue silencio se hizo un poco raro.

Todos sabíamos que en esos momentos una batalla importante se estaba llevando a cabo en otro lugar de este mundo impensado.

Ya no cabía un alfiler en la  plaza ni en la avenida. Estábamos parados firmes como un ejército que no tenía fusiles sino canciones. La tropa tenía convicciones pero las noticias que venían del frente de combate no eran auspiciosas: se hablaba de un 55 % para Bolsonaro. Y justo antes de que siente un precedente anímico habló Silvio simple y escueto, como es él, para presentar a Cecilia Todd que expandió la dulzura de su vos por todo el lugar.

Luego cantó Silvio y el universo parecía ordenarse otra vez con su melodía. Cantó sobre la libertad y más de uno se emocionó y tarareó como pudo.

Mi compañera esperaba su canción preferida y cuando llegó me besó; y entonces eso ya explicaba muchas más cosas de las que podría escribir. Y así cada uno fue encontrando individual y colectivamente alguna melodía para referenciarse. Una señora que estaba en esa edad que uno ya no puede calcular se levantó de su reposera y con mucha convicción puso su puño izquierdo en alto.

Alguien dice que Bolsonaro llegó al 57% y eso nos encontró mejor parados “hay que quemar el cielo si es preciso por vivir”.

Después el hit del verano (MMLPQTP) vuelve a circular con más fuerza y ya el desahogo es sanador. Tanto que el vecino del balcón del tercer piso salió a cantarlo como un desaforado que levantaba las manos haciendo su propio show.

El dron filma desde arriba a ese mar que se hacía verde de pañuelos cuando sonaba “Eva quiere dejar de ser costilla”.

Luego un son, una rumbita y el romanticismo con miles de manos con celular en estos tiempos en que a los recuerdos no le alcanzan con la retina.

Suena El Necio y la letra se vuelve a resignificar hoy más que nunca. Puños en alto, de nuevo, y va llegando el final. Silvio salió varias veces hasta más o menos conformar a la masa. Las luces del escenario se apagan y hay que volver a casa. Caminamos todos hacia el mismo lugar en una retirada pacífica. La realidad está a la vuelta de la esquina pero todos volvemos un poco más aliviados. Una bocanada de aire en estos tiempos en que cuesta tanto.

R.H.